domingo, 15 de abril de 2012

UNA NOCHE EN ESLOVAQUIA


Isaí Escalada. No sé cómo, ni por qué. De repente, me encontré rodeado de voluntarios europeos en Banska Bystrica, un pueblo perdido de Eslovaquia, viendo Una historia de Lisboa, de Win Wenders, con subtítulos en inglés. Tenía sueño. Estaba cansado del viaje, de dormir en el aeropuerto, de habitaciones baratas de hotel y de sillones improvisados que hacían las veces de cama. Todavía no sabía que aquella noche terminaría durmiendo a medias entre el suelo y una cama supletoria. Pero a lo que iba, la película se me hizo larga y por las caras y bostezos de quienes estaban a mi alrededor parecía que no era el único al que le estaba resultando un auténtico coñazo.

Por fortuna, no dura todo eternamente, y momentos más tardes sobrellevaba la pesadumbre de la película tomando una cerveza local a menos de un euro e intentando pescar algo del batiburrillo de conversaciones en inglés que pululaban a mi alrededor. Mi amigo Deny, al que allí conocían por Jose, calentaba motores mientras con una bebida típica eslovaca de 76 grados de alcohol, sin saber entonces tampoco que minutos después se terminaría liando con una voluntaria de Letonia con la que desaparecería, dejándonos solos a nosotros, sus invitados, en un país con bastantes limitaciones lingüísticas y con un variopinto grupo de personas a las que acababa de conocer hacía apenas unas horas y que no hacían demasiados esfuerzos de integración. Para mayor desesperación, llovía fuerte y no tenía pinta de que fuera a parar de jarrear en toda la noche.

No voy a contar con minuciosos detalles lo que aconteció a partir de entonces. Solo recuerdo que opté por darme yo también a la bebida típica del país y entre chupito y chupito de Borovicka dejar que la noche fluyera sin saber cómo terminaría todo, sin saber si volvería a recuperar mi equipaje o si terminaría durmiendo en un portal. Ya adelanté antes que terminé durmiendo empapado con medio cuerpo entre el suelo y una cama supletoria en un piso de la etapa comunista eslovaca (Panelák) en donde nos dio acogida un voluntario portugués que por fortuna hablaba español. No creo que sea la más, pero si estoy seguro que aquella noche fue una de las noches más surrealistas que he vivido en mi vida. Y he vivido unas cuantas, como aquella en la que…

2 comentarios:

  1. Hubiera sido un buen momento para hacer fotos del cementerio... Otra vez será

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  2. Cargado de experiencias para dar origen a nuevos cortos.

    Besos Calados.

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